jueves, 6 de marzo de 2014

LA CINCOMARZADA DE ZARAGOZA




El 5 de marzo de 1838 los zaragozanos evitaron la invasión de la ciudad por parte de las tropas carlistas, dirigidas por el general Cabañero. El ejército carlista  fue ocupando plazas y calles de Zaragoza pero se consiguió expulsarlo gracias al levantamiento generalizado de los zaragozanos.
        
          Lo que pretendió ser una toma fácil de la ciudad,debido al escaso número de tropas que la defendían, se celebra cada año como fiesta popular en Zaragoza para conmemorar  el heroico comportamiento de los zaragozanos en esta batalla de la Primera Guerra Carlista.
         Aquella noche del 5 de Marzo, Juan Cabañero y sus tropas consiguieron a duras penas ocupar parte de la ciudad porque sus habitantes respondieron al ataque armados con cuchillos, utensilios de cocina y agrícolas , armas de caza y aceite y agua hirviendo A las 4 de la mañana, 4 batallones se introducen con escalas por la Puerta del Carmen  ocupan el Coso, la calle del Mercado y la Parroquia de San Pablo, envolviendo la ciudad hasta la Plaza de la Magdalena con tres mil infantes y 300 caballos. Aquel despliegue cogió desprevenidos a los zaragozanos, que fueron despertados por los vivas a Carlos V, a la Inquisición y a Cabañero. 
          Ràpidamente los vecinos se echaron a la calle, extendiéndose la noticia de la ocupación como un reguero de pólvora. Soldados y paisanos, se lanzan sobre las tropas carlistas distribuidas por el casco urbano, y a la calle se van arrojando desde los balcones  todo tipo de muebles y enseres capaces de formar una barricada, así como una lluvia de tejas y cacharros que sepultaba a los fugitivos que se topaban con muebles y colchones que les cortaban el paso.También desde las casas se les arrojaban guijarros, agua y aceite hirviendo provocando la fuga de los soldados que ocupaban el Coso y Plaza de la Constitución por la Puerta de Santa Engracia, refugiándose los del Mercado y San Pablo en la iglesia de este nombre.
          Al conocerse la noticia de que volvía a sus cuarteles la tropa isabelina, que había sido desviada hacía La Mancha en enero, los carlistas abandonaron inmediatamente la ciudad. 
          Esta defensa activa añadió al escudo de la ciudad la titulación de "Siempre Heroica".
 


        Cuentan las crónicas  que Cabañero, nada más ocupar la ciudad, entró en una chocolatería y pidió chocolate caliente, del que no pudo disfrutar pues tuvo que huir ràpidamente.
En 1840, cuando Espartero entró en Zaragoza al mando de las tropas isabelinas, mientras desfilaba por sus calles, los zaragozanos gritaban "Cabañero, se te ha enfriado el chocolate".

        El 4 de marzo de 1839 se instaura como fiesta ciudadana conmemorativa en Zaragoza.  El día 4 de marzo se cantarán vísperas y el día 5 habrá repique general de campanas y salida de gigantes y cabezudos, luego misa, a las 3 de la tarde novillada y a las 6 baile en La Lonja.
         En 1843 con el triunfo de los moderados se acuerda la supresión de la fiesta. Desde este año hasta 1851, de la fiesta oficial se pasa a las meriendas campestres de Macanaz y ribera del Gállego, a las que irán sumándose a medida que crezca la ciudad, el Cabezo Buena Vista, Cogullada y Casablanca.
         En 1854 y con los progresistas en el poder se vuelve al sentido primitivo de la fiesta y se convierte en el símbolo de la lucha por las libertades, y aunque a partir de 1857 se le quita el sentido oficial a la celebración, ya tiene marcadas sus pautas y ritmos ciudadanos.
         Con la revolución de 1868 vuelve a entroncar con el espíritu de libertad ya comienzos del siglo  XX se añaden a los lugares clásicos de esparcimiento, la estación de Utrillas y la Almozara, siendo  los guisos al aire libre, el juego de la comba, las rondallas y los bailes los principales protagonistas de la jornada.
         La Dictadura de Primo de Rivera y la  Segunda República no la prohiben, pero se  notará la diferencia social según el lugar elegido para su celebración. 
         El 4 de marzo de 1937 el Ayuntamiento acuerda suprimir la fiesta. 
         Retomada en 1979 por una propuesta de la Federación de Asociaciones de Barrios de la capital, continúa hoy en día siendo una jornada de convivencia, esparcimiento y revindicación de todos los zaragozanos.

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