La presencia en el aire de materias o formas de energía que impliquen riesgo, daño o molestia grave para las personas y que puedan atacar a distintos materiales, reducir la visibilidad o producir olores desagradables se denomina contaminación atmosférica.
Se aplica por lo general a las alteraciones que tienen efectos perniciosos en los seres vivos y los elementos materiales, y no a otras alteraciones inocuas.
Los principales mecanismos de contaminación atmosférica son los procesos industriales que implican combustión en industrias, en automóviles o en calefacciones residenciales, y que generan dióxido y monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y azufre, entre
otros. Además algunas industrias emiten gases nocivos en sus procesos productivos como el cloro o hidrocarburos que no han realizado combustión completa.
Esta contaminación puede tener carácter local, si los efectos ligados al foco se sufren en las inmediaciones del mismo, o planetario, cuando se ve afectado el equilibrio del planeta y zonas alejadas a las que contienen los focos emisores.
Ahora se ha constatado que las partículas contaminantes presentes en la atmósfera de la zona de Asia, fruto de las actividades humanas, repercuten en las tormentas que se producen en el área del Pacífico, y es probable que influyan en el clima de otras partes del
planeta, según un estudio realizado por la Universidad de Texas y que ha sido publicado en la revista de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos.
Este trabajo comparativo de datos de contaminación atmosférica compilados por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas entre 1850 (era preindustrial) y 2000 (época actual), asegura que las partículas contaminantes dispersan y absorben radiación solar e intervienen en la formación de nubes, y en los ciclones de latitudes medias asociados con la trayectoria de las
tormentas del Pacífico, transportando humedad y calor, jugando un papel clave en la circulación de aire a nivel global.
Las partículas contaminantes que se generan en Asia repercuten en las tormentas que barren la región del Pacífico provocando que que aumenten su frecuencia e intensidad, lo que llevará a modificar los patrones climáticos de Norteamérica y del resto del mundo.
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