domingo, 27 de abril de 2014

SURAFRICA, 20 AÑOS DE DEMOCRACIA





En la celebración de sus 20 años como país democrático y al rendir tributo al difunto ex presidente Nelson Mandela y a otras personalidades, tanto blancas como negras, y organizaciones que lucharon contra el apartheid, Jacob Zuma, el actual presidente,  aseguró que Suráfrica ha construido una democracia sólida y está avanzando en la construcción de una identidad nacional común.

La historia escrita de Suráfrica comienza con la llegada de portugueses quienes fundaron un asentamiento precursor de Ciudad del  Cabo y prácticamente exterminaron a los khoikhoi y san que habitaban en la región. Más tarde los holandeses en 1652 arrebataron la colonia a los portugueses y establecieron pequeños asentamientos en
el Cabo de Buena Esperanza, expandiendose  hasta formar la llamada Colonia del Cabo. 
Al final del siglo XVII los ingleses se apoderaron de la colonia holandesa pasando a ser colonia británica. La población europea comenzó a expandirse y comenzaron las luchas con los nativos sobre la posesión de la tierra con abundantes bajas en ambos lados. 
Las hostilidades también se iniciaron entre los holandeses y los británicos y muchos de estos holandeses emigraron y se establecieron en la zona central de la región conocida como Highveld donde formaron cuatro repúblicas. Los holandeses, conocidos como Boers, (granjeros, en holandés), tuvieron dos guerras con los británicos, que terminaron en la derrota de los holandeses   y de sus repúblicas independientes.
En 1910 las cuatro principales repúblicas de la región se unieron en la Unión Sudafricana. 
A los pobladores de raza negra no se les dio el derecho de voto en esta república y la falta de derechos de los negros, los denominados "hombres de color" y asiáticos continuó erosionando el concepto de Unión.
En 1912 se fundó el CNA.( Congreso Nacional Africano) con el fin de lcuhar por los derechos de la población negra. Nelson Mandela se unió a esta formación en 1942, promoviendo junto a otros jóvenes
la conversión del partido a un movimiento politico de masas. 
En 1948, con el triunfo en las elecciones del Partido Nacional, triunfo conseguido gracias a que solo permitieron votar a los blancos, se instaura en Suráfrica el Apartheid.
Desde entonces, los africanos no podían votar, necesitaban pases y no podían salir de determinadas zonas, tampoco podían asistir a escuelas junto a los blancos, no podían pertenecer a un sindicato y desde luego era impensable hacer huelga, además podían ser detenidos arbitrariamente ni tampoco tenían acceso a los servicios públicos.

Se crearon los Homelands, estados independientes asignados a los negros africanos, que perdían la ciudadanía surafricana y cualquier derecho de participación en el gobierno.
Entre 1982 y 1984 se impone una reforma constitucional que daba derecho de voto a indios y mestizos y se crea una cámara para cada grupo racial.
Los negros, que seguían excluidos, se abstienen de votar y boicotean la reforma.
MANDELA Y LEKERK
Comienzan las presiones por parte de grupos económicos de occidente y esto conlleva la dimisión del presidente Botha, tomando las riendas del país De Klerk, que promete la liberación de Mandela en prisión desde 1962 cuando fue arrestado y condenado por sabotaje
a cadena perpetua. Tras su liberación, en 1990 Mandela trabajó mano a mano con De Klerk, en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica y que dió paso a las primeras elecciones con sufragio universal  en 1994.
Tras el aplastante triunfo del CNA, Mandela fue elegido presidente por el parlamento. Por su trabajo en común, Mandela y de Klerk recibieron conjuntamente en 1993 el Premio Nobel de la Paz.

Las prioridades del nuevo gobierno eran conseguir un nivel de vida decente, educación, sanidad, y todos aquellos servicios básicos que le habían sido negados a la población negra durante el Apartheid.

El presidente Mandela firmó la nueva Constitución del país el 10 de diciembre de 1996, y entró en vigor seis días después de ser aprobada por el Tribunal Constitucional. Firmó la nueva Constitución en Sharpeville, una localidad situada al Suroeste de Johannesburgo , elegida por ser el lugar donde la policía asesinó a 69 disidentes negros en 1960.
La Constitución establece la formación de nueve Asambleas Provinciales, cada provincia está dirigida por un Primer Ministro (Le Premier), elegido por los 10 Ejecutivos miembros de la Asamblea Legislativa Provincial.
Las Asambleas Legislativas Provinciales tienen poderes y responsabilidades significativas, como los de elaborar las respectivas Constituciones locales, bajo los alineamientos de la Constitución Federal, exceptuando tópicos como la adquisición de préstamos internacionales y todo lo relacionado a la defensa del estado.

La composición racial en Sudáfrica, en siete de las nueve provincias, corresponden a un 75% de población negra de un total de 47,9 millones de sudafricanos. Es decir, 35,92 millones de población negra y el resto, 11,97 millones de blancos o mestizos que comúnmente solo habitan en dos provincias.
La diversidad lingüística es la segunda diferencia más importante que marca a la sociedad sudafricana, el idioma inglés es hablado por un 8,2% de la población. Sin embargo, son 11 lenguas oficiales, el IsiZulu es hablado por un 23,8% de la población y el IsiXhosa es hablado por un 17,6% de la población.

Algunos autores se refieren al Estado africano como un sistema semi-federativo, debido a la complicada relación de unidad y acuerdos por parte de políticos sudafricanos, ya que aún existen diferencias marcadas por raza o lengua, lo que ha generado que las provincias tiendan a mantener un poder centralizado.
Por otro lado, la Constitución Federal conserva un error en relación al proceso de toma de decisiones, ya que un acuerdo federal de naturaleza técnica, administrativa o ejecutiva debe de ser ratificado por la Asamblea Nacional y el Consejo Nacional de las Provincias, aunque irónicamente la Constitución no especifica lo que es “técnico, administrativo o ejecutivo” lo que genera múltiples controversias políticas.

A pesar de esto, celebran 20 años de democracia, y según su actual presidente, Jacob Zuma, el país austral se ha convertido en un lugar mucho mejor en el que vivir, aunque reconoce que a Suráfrica todavía le queda "camino por andar" en la erradicación de la pobreza, la desigualdad y el desempleo, ya que el país se enfrenta a problemas acuciantes de desempleo y falta de cobertura social, y deberán de avanzar en la transformación económica.

Otro de los desafíos de esta joven democracia será el de recuperar la confianza de los ciudadanos en la clase política, debilitada por escándalos como el protagonizado por el propio Zuma, quien gastó más de 15 millones de euros de dinero público en la reforma de su residencia privada.




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